Antes de realizar cualquier tipo de tratamiento blanqueador es fundamental que la boca esté sana para evitar efectos secundarios indeseables como la aparición de sensibilidad dental reversible o no. Por eso la revisión previa se vuelve indispensable para comprobar que no hay ninguna patología como caries, fisuras, enfermedad periodontal, etc., o en caso de haberlas habrá que tratarlas y/o tomar medidas preventivas antes del inicio del blanqueamiento.
Trataremos los dientes con procedimientos diferentes en función de si los dientes son vitales (blanqueamiento externo) o no vitales (blanqueamiento interno). También puede ser necesario combinarlos.
En caso de dientes sanos y sin tratamientos previos suele ser suficiente un blanqueamiento ambulatorio aplicado mediante férulas adaptadas a la boca del paciente en las que se coloca un producto cuyo principal componente es peróxido de carbamida entre el 10 y el 16%. Sin embargo, a veces es necesaria la utilización de productos con una mayor concentración de peróxido de carbamida que deberán ser aplicados en clínica. En todos los casos, se necesitarán varias sesiones para lograr el resultado deseado.
Es importante tener en cuenta que los empastes y las coronas no blanquean, por lo que puede ser necesario cambiarlos tras finalizar el tratamiento.